Mesas de entrada
Las mesas de entrada cumplen una función de recepción práctica y visual. Colocadas contra una pared o bajo un espejo, pueden utilizarse para guardar objetos cotidianos como llaves, bolsos y correo. Su formato estrecho permite integrarlas fácilmente en zonas muy transitadas sin obstaculizar el tráfico. El material, la altura y el sistema de almacenamiento varían en función del uso previsto. Una mesa de entrada ayuda a estructurar el espacio nada más entrar en casa, al tiempo que proporciona un punto de referencia fijo. leer más >
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Usos y colocación de la mesa de entrada
La mesa de entrada ocupa una posición estratégica en el hogar: el umbral. Actúa como interfaz entre el exterior y el interior. Su función es doble: albergar objetos de utilidad inmediata (llaves, teléfono, cartera) y estructurar visualmente la primera mirada a la vivienda. A diferencia de una consola decorativa, la mesa de entrada está pensada para un uso recurrente y funcional. Debe ser accesible sin ocupar espacio, y legible sin dominar.
La colocación es crucial. Apoyada contra una pared, puede combinarse con un espejo, una iluminación direccional o un separador de bolsillos. A falta de un pasillo definido, puede servir de demarcación entre dos zonas: la entrada y el salón, por ejemplo. Suele tener menos de 40 cm de profundidad, para facilitar el acceso incluso en zonas estrechas. Su altura suele rondar entre 75 y 85 cm, por lo que puede utilizarse de pie sin limitaciones.
Formas, materiales y disposición
La elección de una mesa de entrada depende de las limitaciones de circulación, luz y superficie disponible. Los modelos rectangulares son los más habituales, pero ciertas formas curvas o de media luna pueden encajar en configuraciones más complejas. La ausencia de base o pata maciza ayuda a mantener una sensación de amplitud, útil en espacios pequeños.
Los materiales influyen directamente en la percepción del espacio. La madera clara aporta calidez visual, mientras que el metal pintado o el cristal acentúan la ligereza. Los modelos en mármol o piedra reconstituida introducen una fuerte densidad visual y pueden servir de punto focal en una entrada amplia o poco amueblada. Algunos modelos están equipados con cajones o estantes bajos para almacenamiento adicional. Es importante que estos elementos queden accesibles sin entorpecer la circulación.
Una mesa de entrada también puede albergar objetos fijos: una lámpara, un jarrón, un reloj de pared o un organizador de pared. Conviene no multiplicar los elementos. El objetivo es ofrecer una superficie de apoyo clara, identificable y estable, sin crear sobrecarga visual ni funcional.
Organización, mantenimiento y vinculación con el resto del espacio
La durabilidad de una mesa de entrada depende de su uso diario. Debe soportar roces repetidos, golpes ligeros y objetos depositados rápidamente. Un acabado mate o satinado limita las marcas visibles, mientras que una encimera de madera maciza puede renovarse si es necesario. Por tanto, la elección del material debe estar en consonancia con el ritmo de vida de los habitantes.
Como la entrada suele ser una zona de transición, la mesa de entrada puede desempeñar un papel mediador entre el mundo exterior y el ambiente interior. Puede reflejar elementos del salón o la cocina: colores de las paredes, estilo de los tiradores de las puertas, suelos, iluminación. No tiene por qué ser central, pero sí coherente. El espejo encima, el banco adyacente o los ganchos de pared ayudan a crear una zona funcional clara, sin compartimentar el espacio.
Por último, desde un punto de vista minimalista del almacenaje, es posible incorporar soluciones complementarias: cestas bajo la mesa, módulos colgantes, ganchos laterales. Estos complementos deben ser discretos y siempre pensados para la frecuencia de uso. El valor de una mesa de entrada reside en su capacidad para organizar sin complicarse.
La mesa de entrada no es un mueble decorativo secundario. Tiene una función precisa: acompañar a las personas en su paso. Su tamaño, materiales y posición deben elegirse en consonancia con el ritmo del espacio y la lógica de la vivienda.
Una mesa de entrada no es un mueble decorativo secundario