Mesas de salón
Las mesas de salón estructuran el espacio entre los asientos y favorecen el uso cotidiano: dejar un libro, una bandeja o marcar un camino de movimiento. La elección del formato rectangular, cuadrado o redondo depende de la disposición del mobiliario y de la superficie disponible. Una mesa de centro puede ser de madera, cristal, metal o una combinación de materiales para adaptarse al entorno. Su altura se mantiene deliberadamente baja para mantener la coherencia con el mobiliario circundante. Conecta, organiza y estabiliza la habitación sin imponer una dirección única a la distribución. leer más >
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El papel espacial y funcional de una mesa de centro
La mesa de centro se sitúa en el centro de los asientos, en un espacio a menudo dividido entre la relajación, el entretenimiento y la circulación. Sirve de soporte para objetos cotidianos como libros, tazas y mandos a distancia, pero también desempeña un papel estructurador en la distribución general. Organiza la estancia en torno a un punto bajo, establece puntos de referencia sin bloquear las líneas de visión y facilita los intercambios entre las distintas zonas de asiento.
La mesa de salón se diseña generalmente a una altura reducida, entre 30 y 45 cm, para que esté visualmente en línea con los sofás, sillones o bancos. Esta altura permite un uso cómodo sin dominar el espacio. También evita las rupturas visuales y garantiza la continuidad en la lectura horizontal del mobiliario. Por tanto, la elección de la altura debe ser coherente con el resto de la distribución, sobre todo si se utilizan varios tipos de asientos juntos.
Tipologías, formas y configuraciones posibles
La diversidad de formas permite adaptar las mesas a diferentes configuraciones. Un modelo rectangular encaja bien en un salón largo o frente a un sofá lineal. Una mesa cuadrada refuerza la centralidad de un espacio simétrico. Los modelos redondos u ovalados suavizan el flujo de tráfico al eliminar las esquinas afiladas en salones concurridos o zonas abiertas.
En cuanto a la distribución, recomendamos mantener un espacio despejado alrededor de la mesa, idealmente entre 40 y 60 cm, para permitir un movimiento fluido y el uso simultáneo de los asientos. Esta regla mantiene el equilibrio entre funcionalidad y respiro visual. El volumen de la mesa no debe sobrecargar ni infraequipar la sala. Funciona como nexo entre los distintos elementos sin ser decorativa en sí misma.
Algunas mesas de salón se presentan en dúo o como composición modular: dos alturas complementarias, formas superpuestas o elementos yuxtaponibles. Esta solución permite adaptar el uso a diferentes momentos y necesidades, sin necesidad de multiplicar el mobiliario. Además, favorece la flexibilidad en espacios multifuncionales.
Materiales y efectos visuales
La elección del material influye directamente en la percepción de la estancia. La madera maciza, por ejemplo, introduce una fuerte presencia y una textura sensible. Es adecuada para salones sobrios en los que la mesa desempeña un papel definitorio. El cristal, en cambio, aligera el conjunto, dejando ver el suelo, las alfombras o las estructuras bajas. Esta transparencia es útil en salones ya amueblados o de pequeñas dimensiones. El metal da estructura a una base ligera o gráfica, a menudo combinada con una encimera de madera o piedra.
Algunas encimeras son de cerámica, terrazo u hormigón compuesto. Estos materiales introducen texturas más pronunciadas, a veces minerales o granulares. Cambian la forma en que la luz interactúa con el espacio y crean contrastes visuales en función del entorno. La elección depende entonces del papel que se quiera asignar a la mesa: soporte discreto o superficie visible.
El vínculo entre la mesa y el resto del mobiliario puede afirmarse o atenuarse. Una mesa puede adoptar el color de un mueble adyacente o introducir un fuerte contraste. El objetivo siempre es mantener un conjunto coherente sin duplicar los efectos. La mesa no está sola: lee su entorno inmediato.
Elegir una mesa de centro significa, por tanto, pensar en términos de disposición, circulación y coherencia visual. Este mueble discreto pero central debe responder a las limitaciones prácticas y, al mismo tiempo, apoyar la lectura global de la habitación.
La mesa es un elemento clave en el diseño de una sala de estar